Para todos aquellos que directa o indirectamente trabajamos en la construcción es de practica consultar con colegas o especialistas aquellas encomiendas atípicas, “raras” o que exceden el menú de modelos mas o menos conocidos de posibles trabajos a contratar: algún caso de refuerzo estructural en una ampliación, un balance térmico que requiere de soluciones algo mas elaboradas, la iluminación de una instalación especial, etc.
De la misma forma, seguramente nos encontramos con casos que requieren de una resolución con implicancias en temas acústicos: el hijo músico de nuestro mejor comitente, un despacho gerencial que requiere mayor privacidad, ruido como contaminante en ambientes fabriles, los equipos de aire acondicionado que instalamos en la terraza o viviendas afectadas por vías de transporte, forman parte de la batería de situaciones con las que nos encontraremos (si no ha ocurrido todavía) en algún momento de la practica profesional.
Y al igual que las anteriores, requieren de un saber específico que involucre a la vez criterio proyectual, selección adecuada de materiales y sistemas constructivos, herramientas para documentar correctamente, mano de obra idónea y la correcta supervisión de la D. O.
Hasta aquí, nada diferencia este tema de lo antes descriptos, de hecho hasta el procedimiento de resolución podría equipararse a los demás. Sin embargo y he aquí la diferencia sustancial, para los que trabajamos de lleno en la arquitectura acústica ya sea en la resolución de problemas concretos o desarrollando nuevos sistemas y materiales acústicos, nos resulta notable ver la cantidad de casos donde el tema de la acústica arquitectónica “brilla” por sus ausencia. De hecho gran parte de los trabajos que se realizan en la actualidad son del tipo “correctivos/a posteriori” e incluso muchos de ellos sobre obra nueva, recién ejecutada.
Hablábamos en el párrafo anterior de “arquitectura acústica”. Como arquitecto, preferiría hablar de “proyecto acústico” mas que de arquitectura, y la razón es bien sencilla: la mayoría de los casos de “patologías acústicas” con los que nos encontramos diariamente, son posibles de evitar con simples previsiones en la etapa de desarrollo o especificación de la idea y aquella mínima proporción que no, forman parte del mismo criterio del proyectista cuando decide hacer o no hacer, evaluar y cambiar de desición. No todas las obras requieren de complejos desarrollos teóricos, pero sí es posible resolver la mayoría de los tipos que se nos presenten habitualmente y tan solo observando algunos lineamientos básicos.
Esta toma de partido frente al tema, la consulta al asesor especializado cuando corresponda y los desarrollos de las empresas especializadas en acústica, seria la combinación no solamente ideal, sino lógica para la correcta ejecución de estos trabajos.
En esa línea de pensamiento, desarrollaremos desde estas páginas y a lo largo del año temas que permitan introducir a la cuestión a los distintos actores involucrados, desde una didáctica amena, que haga eje en el concepto y a la vez en su factibilidad, conservando el pragmatismo indispensable que las obras demandan.
Por lo pronto, el próximo tema a desarrollar en la edición de Abril será el de las diferencias básicas entre aislamiento, absorción y vibraciones, tema que es frecuentemente motivo de confusión.
Como cierre entonces, se propone invitar a la reflexión sobre los modos posibles de tomar el tema acústico, marcando la plusvalía que un buen manejo del tema brinda a la obras.
Arq. Alejandro Giani
Dpto. Técnico